Su alta exposición, vinculada con la reducción de los subsidios en el marco del ajuste fiscal, también buscó ser capitalizada por Massa.

La decimonovena edición del Consejo de las Américas, evento que reúne a la crema de la política y el empresariado, tuvo como uno de los principales oradores al ministro de Economía, Sergio Massa, quien sorprendió a los hombres y a las mujeres de negocios con su puntualidad. El tigrense llegó a las 12.30 al hotel Alvear y, tras saludar a quienes se cruzaba en los pasillos, se dirigió al auditorio y siguió con atención el discurso del salteño Gustavo Sáenz, el último de los tres gobernadores que participaron del panel previo al cierre del evento.

“Le debe tener mucho respeto a Susan Seagal (directora ejecutiva del Americas Society y del Council of the Americas) porque en lo cotidiano es el más impuntual de todos”, dijo, risueño, un empresario cercano al superministro. El hincha de Tigre llegó con un traje negro, camisa blanca y corbata celeste y se llevó consigo al secretario de Industria y Desarrollo Productivo, José Ignacio de Mendiguren, un habitué de los cónclaves empresarios por provenir del mundo privado y su participación en la gremial empresaria.

Otra de las figuras del gabinete que se acercó hasta el exclusivo Alvear Palace fue la secretaria de Energía, Flavia Royón, que se reencontró con su ahora exjefe Sáenz, ya que hasta hace diez días era la secretaria de Minería de Salta. Su alta exposición, vinculada con la reducción de los subsidios en el marco del ajuste fiscal, también buscó ser capitalizada por Massa.

El auditorio estuvo repleto, aunque hubo pocos reprsentantes de la Unión Industrial Argentina (UIA), una de las patas del modelo económico del Gobierno. Tampoco estuvieron presentes los dirigentes de la Mesa de Enlace, que la semana pasada se reunieron con el titular del Palacio de Hacienda. La visita de Massa generó una fuerte expectativa en el Círculo Rojo y hubo más de uno que sacó su celular para filmar el ingreso, como si entrara una estrella de fútbol, al hotel de convenciones. “Parece un presidente”, dijo el dueño de una empresa constructora.

Los empresarios y ejecutivos de empresas le dedicaron mucho tiempo a caminar por los pasillos del Alvear, donde se juntaban con sus colegas para analizar los problemas que sufre cada sector. Muchos compartieron la “preocupación” por el parate en la actividad burocrática desde la salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía. “Están paralizadas las SIMI (Sistema de Importación)”, alertó la representante de una entidad empresaria, que buscaba conseguir alguna señal de diálogo para resolver conflictos de parates en fábricas.

Sin embargo, hubo quienes prefirieron evitar esos espacios y se reunieron en un salón VIP, contiguo al salón donde se realizaron las presentaciones. Tales fueron los casos de Eduardo Eurnekian y el heredero Juan Martín Bulgheroni (PAE). Uno de los que se animó al pasillo fue Alfredo Coto, dueño de los súper e hipermercados nacionales. Su presencia en el convite organizado en el país por la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) fue como parte organizadora y también para “dar la cara” ante los reproches que recibe el sector por la inflación en las góndolas.

En el sector de la confitería, que está al ingreso del hotel, hubo reuniones informales entre empresarios y empresarias. La mesa más llamativa fue la que compartió Eurnekian, junto a otros empresarios, con De Mendiguren. El funcionario se llevó pedidos puntuales y reclamos de reuniones. “Hay muchas cosas por resolver”, le dijo uno de sus excolegas.

Llegó sobre la hora Cristiano Ratazzi, exnúmero 1 de Fiat en la Argentina, porque no quiso perderse el discruso de Massa. Rodeado de otros empresarios, prefirió el perfil bajo ante los medios, pero dejó claro que mantiene su influencia en el establishment local, a pesar de haber mudado su residencia a Uruguay luego de dejar su silla en el gigante automotriz.

A la salida, rauda al ritmo de la despedida de Massa, los dueños de las grandes empresas nacionales se quedaron con la sensación de que mantienen esperanzas de sostenimiento de la actividad con el impulso M en la economía, aunque aclaraban: “Si no hay acuerdo entre todos los sectores, la crisis es inevitable”.

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