En Argentina lo que faltan son puentes: puentes de amor.

“Desde que tengo uso de razón quise ser maestra, maestra de chicos especiales o psicóloga. Esa siempre fue mi vocación”, reconoce Valeria Raquel Mazza tras cincuenta años de vida y treinta y seis de carrera.

A la hora de presentarla, los títulos sobran: supermodelo, conductora, empresaria, filántropa.

Pero muchos olvidan que la rosarina estuvo a tan sólo meses de recibirse de terapeuta ocupacional: “En realidad, había decidido estudiar la carrera de Psicología, pero el tema de la moda empezó a ponerse cada vez más fuerte, hasta que me dí cuenta de que era poco probable que terminara una carrera de seis años.

Fue ahí cuando encontré esta opción de cuatro años, que me brindaba la oportunidad de trabajar cerca de personas con discapacidades físicas y psíquicas, y arranqué a estudiarla. Cursé tres años –aunque varias materias del último luego las di libres porque ya pasaba mucho tiempo en New York– y no llegué al cuarto, que constaba de prácticas en el hospital, porque ya venía trabajando mucho y muy bien. Es decir, no logré recibirme. Pero gracias a la popularidad que me dio la moda tuve la oportunidad de amplificar mensajes. Y siento que desde este lugar fui mucho más útil: mi voz es lo más fuerte que tengo”.

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