
En Brasil habrá elecciones presidenciales el 2 de octubre y el expresidente y candidato presidencial opositor, Luiz Inácio Lula da Silva, puso en marcha su campaña con un acto en Sao Bernardo do Campo, el cordón industrial del Gran San Pablo. Prometió bajar los impuestos que pagan los asalariados y criticó duramente la política económica del gobierno de Jair Bolsonaro, a quien calificó como “un verdadero demonio”.
En pleno debate interno en la principal potencia económica de la región, el candidato presidencial, Lula Da Silva, podría participar este jueves del Seminario Internacional “Unidad en la Diversidad” sobre la integración de América Latina y el Caribe, que se desarrollará en la Ciudad de Buenos Aires en el CCK. Su presencia sería de manera virtual, aunque aún no ha sido confirmada oficialmente.
Esta tarde, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) eligió dar comienzo a la campaña frente a la fábrica de automóviles Volkswagen, escenario de su lucha sindical en los años setenta. Según Lula, esa planta producía 334.000 vehículos en 2012 y actualmente está fabricando 141.000 unidades. Y dio más datos sobre el 2003, cuando había 13.857 trabajadores, que aumentaron a 14.164 en 2012 y cayeron a 7.931 en la actualidad. “¿Adónde fueron a parar los otros 8.000 empleados?”, se preguntó.
Es en este marco, Lula Da Silva adelantó que en caso de vencer una de sus primeras medidas será subir el piso del impuesto a las ganancias que pagan los trabajadores, que no se actualizó en los últimos diez años, al asegurar que el país está peor actualmente que cuando había asumido en 2003.
En el acto que forma parte de su séptima campaña electoral, Lula hizo foco en el plano religioso y buena parte de su discurso lo dedicó a rebatir el perfil religioso evangelista que Bolsonaro le quiere dar a su campaña, buscando con ese segmento, que es el 30% de la población, recuperarse en las encuestas que otorgan al líder del PT una victoria.
“Él está intentando manipular la buena fe de hombres y mujeres evangélicos que van a la iglesia a hablar de fe y de espiritualidad y él lo que hace es contarles mentiras sobre Lula, sobre la mujer de Lula, sobre los trabajadores, sobre los indígenas y los afrodescendientes”, afirmó el exmandatario en su discurso, en un escenario que fue recreado para imitar el que usaba en los años 70 cuando conducía a los obreros en las huelgas contra la dictadura militar.
En ese marco, sostuvo que “si hay alguien poseído por el demonio, ese es Bolsonaro”, tras afirmar que es un “creador de mentiras y un negacionista” que “no derramó una lágrima por los huérfanos que ha dejado la pandemia”, con más de 670.000 decesos y un promedio actual desde julio de 200 fallecidos diarios por Covid-19.
Lula calificó de “genocida” a Bolsonaro y dijo que en Brasil “hay que repartir libros en lugar de armas”.
Finalmente, en San Pablo retomó la cuestión económica al afirmar: “La situación ahora está peor que en 2002. Ahora se produce en Brasil proteína para todo el mundo, pero las amas de casa acá hacen cola para recibir huesos antes del cierre de las carnicerías”.