¿Será que la estrategia es joder todo?

Cruje el Frente de Todos y Juntos por el Cambio se esfuerza por mostrar señales de descomposición y viceversa. La política argentina está jodida.

El vínculo entre Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta y entre el PRO y la UCR, con aportes incluso del lilismo, el peronismo salió de nuevo a jugar el juego que más le gusta: tirarse con municion gruesa.

Entre líneas, el hijo del matrimonio Kirchner cuestionó con dureza el rol adoptado por el actual jefe de Estado al valerse “de construcciones colectivas cuando llegó a un lugar tan importante” para “iniciar una aventura personal”

Cristina abrió el fin de semana con su reaparición tras el atentado del 1 de septiembre. Banco su decisión de poner como candidato a presidente en 2019 a Alberto Fernández.

Tambien hablo sobre el atentado a Cristina y quienes lo llevaron a cabo. “De dónde ha salido tanto odio injustificado si desde muy chicos pueden elegir el candidato que quieran, como no pudieron aquellos jóvenes peronistas de hace muchos años”.

Como muestra de la diversidad del frente, lo estaban funcionarios nacionales como Eduardo de Pedro, Gabriel Katopodis y Fernanda Raverta. ¿Será que la estrategia es explotar todo?

Fernández le respondió “Perón enseñó que cuando un compañero habla mal de otro compañero, empieza a dejar de ser peronista”.

¿Por qué la campora pelea de este modo contra un presidente que mantiene la ficción de que puede ser reelecto?

La información de Gabriela es, como siempre, de altísima calidad y, por lo tanto, reveladora del modo discutible en que el cristinismo hace sus cálculos.

Más arriba nos referimos a la campaña, a lo inútil de hachar una postulación voluntarista.

El camporismo cree que no vale la pena reponderle al jefe de Estado. Confirma así que ya ni lo toma en cuenta, lo que hace que resulte más llamativo su reflejo inicial de sobresaltar al país con semejante guerra. Los excesos de Máximo –su bombardeo al Presupuesto 2022, su rechazo al acuerdo con el FMI y su negativa a votarlo; su renuncia a la jefatura del bloque, su decisión de no aportar al cuórum en el tratamiento de la “ley de leyes” 2023 y sus declaraciones explosivas– parecen, desde hace bastante tiempo, una impostura.

El sector que responde a CFK se cebó con la elección brasileña, pero la vida no tiene por qué ser simétrica ni queda claro qué tipo de conclusiones sacó de ella. Que ganó Luiz Inácio Lula da Silva, claro, después de atravesar un desierto político y judicial que lo hizo pasear por la proscripción y la cárcel. Más allá de eso, con todo, ignora que, cuando arrancó la campaña en el país vecino, el líder del PT tenía una ventaja de entre 15 y 20 puntos, que terminó en el ballotage en un resultado que no podría haber sido más apretado.

Ahora bien, ¿tiene Cristina Kirchner un nivel de rechazo mayor, igual o menor que el del brasileño? ¿Cuenta ella con el elemento crucial que tuvo aquel, el reconocimiento del Poder Judicial de que se vulneró su derecho a tener un juicio justo? Lula ya está libre de procesos, mientras que CFK se acerca a su primera condena en la causa “Vialidad”. Asimismo, ¿alguien repara en que después de la pandemia prácticamente no hay oficialismo que gane una elección en la región y que Lula fue, justamente, un opositor? Será por eso que el cristinismo se entrega a la ficción de ser opositor a su propio Gobierno.

Por si todo eso fuera poco, ahora con esta guerra política vanal, que resulta hartante para la gente.

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