Los datos ratifican que el encuentro entre los contenidos periodísticos y los públicos tiene nuevos sitios, tiempos y formas. El cambio trastoca el modo de financiamiento de la producción de noticias que los medios comerciales habían consolidado en el siglo pasado.

Los datos ratifican que el encuentro entre los contenidos periodísticos y los públicos tiene nuevos sitios, tiempos y formas. Lo saben los medios, los anunciantes y el periodismo. También lo confirma una encuesta del Instituto Reuters, que ubica a las noticias en línea y a las redes sociales por encima de la TV y la prensa en papel como espacios donde se busca información. El cambio trastoca el modo de financiamiento de la producción de noticias que los medios comerciales habían consolidado en el siglo pasado. Esta transformación sigue fuera de la agenda política y mediática en Argentina. La publicidad oficial discrecional ha marcado hasta el momento el límite de la imaginación para abordar el problema.

Las cifras de la Cámara Argentina de Agencias de Medios (CAAM) confirman que la publicidad privada elige la TV e internet como espacios privilegiados para la inversión. Los principales receptores de la pauta digital son las plataformas como Facebook, Youtube y Mercado Libre. Esta distribución pone a la prensa gráfica en un lugar minúsculo y se explica en el derrumbe de las ventas de diarios y revistas. La nueva normalidad se expresa en los modos de acceso a las noticias y son las empresas periodísticas las que pierden terreno.

Si esta tendencia es incuestionable, el horizonte todavía es borroso. Aunque existen casos con resultados positivos, la suscripción paga y directa a medios digitales no es una opción mayoritaria, ni siquiera entre usuarios activos de internet. La encuesta online de Reuters señala que solo 10% de las 2.012 personas usuarias consultadas paga para acceder a noticias digitales, lo que marca un crecimiento de dos puntos porcentuales respecto de 2019. Sin embargo, este número está por debajo de lo registrado en Estados Unidos (19%) y Canadá (15%), pero también es inferior a las cifras de vecinos latinoamericanos como Brasil (18%), México (18%), Colombia (12%) y Perú (14%). Se trata de números representativos de la población conectada y activa en la red, y no de la ciudadanía en general. Entre los países con niveles de suscripción más altos la media es 17%.

El informe señala que solamente unos pocos países como Australia, Alemania y Suecia han mostrado crecimiento en el pago por noticias digitales mientras la tendencia general parece mostrar una estabilización. También revela que Argentina se ubica entre los que ha mantenido una caída del interés de la ciudadanía por las noticias. Si en 2017 había 77% de consultados interesados en leer artículos, en 2022 ese interés cayó a 48%. Además, se muestra como el país de América Latina que menos confianza tiene en las noticias: apenas un 35% de quienes navegan en la red aseguró fiarse de ellas.

Estos resultados llevan a las productoras de información a preguntarse por qué el público pagaría por noticias que puede encontrar gratis en otros formatos o si tiene capacidad de agregar un abono más a las economías familiares que ya solventan el acceso a internet (fijo o móvil, o ambas opciones) y, en casos, contratan alguna plataforma de video a demanda. Según el informe de Kantar Ibope Media de 2022, 48% tiene una suscripción paga en alguno de los catálogos digitales de video. Las cifras de Reuters, por su parte, indican que en el Reino Unido se elige mayoritariamente pagar suscripciones a plataformas de video a demanda, música, podcast y deportes antes que noticias.

Si hasta hace poco muchos grupos mediáticos aseguraban que la mejor ley de medios es aquella que no existe, las transformaciones digitales parecen haber modificado su opinión y hoy reclaman regulaciones para que las plataformas agregadoras de internet les paguen por sus contenidos informativos. Las vueltas de la vida, y de la publicidad.

El gerente de Relaciones Externas de Clarín, Martín Etchevers, reclamó en mayo pasado una regulación para que compañías globales como Google y Facebook paguen los contenidos producidos por las empresas periodísticas. “Observamos que en aquellos lugares donde hubo un abordaje legal se alcanzan compensaciones mucho más relevantes, incluso antes de que se aplique la negociación legal obligatoria”, argumentó.

Durante una conferencia en Washington, el nivel gerencial de las firmas periodísticas reunido en la Sociedad Interamericana de Prensa coincidió en exigir retribuciones justas y razonables por la circulación de sus piezas periodísticas por las redes sociales. La experiencia mundial más observada en el último tiempo fue la de Australia, donde se aprobó una normativa que obliga a Google y Facebook a pagar a medios periodísticos por el uso de sus contenidos.

Aunque el modelo comercial se impuso con fuerza hace años en el mapa mediático argentino, el problema del financiamiento de noticias y entretenimiento ha motivado distintas soluciones desde el siglo pasado en todo el mundo. Los cambios tecnológicos demandan nuevos abordajes. No es solo un problema económico, sino una crisis con repercusiones en el debate público y en la dieta informativa de la ciudadanía. Dejar su resolución en las manos visibles del mercado puede perjudicar a las empresas periodísticas locales, a quienes ejercen el periodismo y también a la sociedad.

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