Los manifestantes han cometido diferentes delitos y contravenciones, como orinar en la vía pública, hacer asados en las veredas, subirse a los balcones de los departamentos de la zona y hasta tirar bengalas y fuegos artificiales.

Todavía es de noche. Sobre la vereda de la calle Uruguay cinco jóvenes duermen en hilera, con sus abrigos como almohadas. No son personas en situación de calle, sino militantes kirchneristas que decidieron quedarse a pasar la noche cerca del domicilio de la vicepresidenta Cristina Kirchner. Hasta hace unas horas, junto a una multitud que superaba las 200 personas, agitaban banderas y armaban pogos, arengando “Borombombom, Borombombom, la Recoleta es de Perón”. Pero ahora son las 6:30 y descansan, al menos por unas horas más.

A las 8 empezarán a llegar más personas, que cortarán la calle e interrumpirán la circulación de autos y colectivos. Para las 9, ya serán unos 100, y comenzarán a cantar y a amontonarse por orden de llegada, como si esperaran el comienzo de un recital, con la mirada fija en la puerta de madera de Juncal 2166. Los cinco que pasaron la noche allí se asegurarán su lugar en la primera fila. Serán los primeros en saludar a la titular del Senado cuando, cerca del mediodía, ella salga, salude a sus admiradores, y, acompañada por sus custodios, ingrese a su auto. Si tienen suerte, quizás logren darle la mano.

Los manifestantes han cometido diferentes delitos y contravenciones, como orinar en la vía pública, hacer asados en las veredas, subirse a los balcones de los departamentos de la zona y hasta tirar bengalas y fuegos artificiales. Todo ante la pasiva mirada policial. Los efectivos que custodian la zona solo se limitan a redirigir el tránsito cuando los manifestantes cortan la calle.

La situación no impacta de igual manera a los negocios de la zona. Mientras que el diariero se ve obligado a abrir solo de 6:30 a 9, y afirma que no vende ni un solo diario ni revista, el almacenero dice estar registrando un récord de venta de cervezas. “Estamos vendiendo, por lo menos, el triple de latas de lo normal”, dice, asombrado, aunque destaca que le incomoda el hecho de tener manifestantes tomando alcohol en la vereda durante casi todo el día.

Lo que más sorprende a los comerciantes es la continuidad de la movilización. “Yo tengo 73 y tengo que seguir trabajando. Y ellos están acá todo el día, no se entiende”, comenta, en voz baja, un empleado del puesto de diarios. Según afirma uno de los manifestantes, la mayoría de sus compañeros, que a eso de las 8:30 ya son unos 50, viven de changas. “Yo hago obras y trabajos de electricidad, pero manejo mis horarios para poder venir”, destaca Juan (40), de Boulogne, miembro de la Unidad Básica 13 de Abril. “Yo vengo para apoyar a Cristina. Fueron ella y Néstor los primeros que nos dieron importancia, que nos empoderaron”, comenta uno de sus compañeros, quien no quiso dar el nombre.

Por las noches, cuando los locales ya están cerrados -algunos eligen bajar las persianas una hora antes- se conglomera la mayor cantidad de gente, y los cánticos, acompañados de bombos, empiezan a resonar cada vez más. Más allá de los ya clásicos “Cristina presidenta”, “Si se meten con Cristina, qué quilombo se va a armar” y “Dónde están las cacerolas de Callao y Santa Fe”, sorprende que durante al menos dos días consecutivos, miércoles y jueves, los manifestantes hayan sumado al repertorio la versión montonera de la marcha peronista, que modifica la canción original agregando la estrofa: “Montoneros patria y muerte, los soldados de Perón”.

Con excepción de ayer, que las multitudes se callaron a eso de las 23:00, el resto de los días mantuvieron los cánticos hasta pasada la medianoche. Actualmente, ni la policía de la Ciudad sabe cuantos días más durará la movilización, o si se marcharán cuando empiecen las lluvias pronosticadas para esta noche y todo el día de mañana. Aunque los propios militantes les han hecho saber que la idea es instalarse allí hasta el lunes.

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