
“Les planteamos la absurda contradicción entre los organismos de desarrollo y el FMI a la hora de mirar las cuentas públicas. Mientras que unos consideran los desembolsos como inversión, los otros los consideran déficit fiscal”, cerró.
Massa participó de la Asamblea Anual del FMI y del Banco Mundial, que incluyó interactuar en el G20 y con los Comité Monetario Financiero del FMI y de Desarrollo del Banco Mundial.
Esta misma posición se la hizo saber a los titulares del Banco Mundial, David Malpass, y del FMI, Kristalina Georgieva: ¿Cómo puede ser que por un lado el Banco Mundial lo obliga -para otorgar los préstamos- a poner fondos para, por ejemplo, el Plan Progresar o una inversión en infraestructura, y luego el FMI computa ese importe como gasto que suma al déficit fiscal?
Esta aparente contradicción fue un planteo de Massa también en el foro del BID. Fuentes consultadas por Télam expresaron que el FMI, de avanzar en alguna iniciativa por el estilo, se volcaría por buscar una solución multilateral y una a nivel bilateral, para no acotar la discusión sólo al caso argentino, aunque los tiempos de los organismos suelen ser más lentos.
“Es momento de que el Fondo y el resto de los países del G20 (y por tanto también el FMI) decidan qué medidas tomarán y cómo pagarán a los países que toman crédito de los organismos”, opinó Massa en una charla con periodistas. Acto seguido, explicó que “a la Argentina la guerra en Ucrania le costó unos u$s4.900 millones”, entre reservas y déficit fiscal, dos de las tres metas exigibles del FMI.
Respecto del BID, Massa logró la firma de los u$s700 millones que ya pasarán a engrosar reservas; y la confirmación de que el staff de este organismo aprobó el informe técnico para que el directorio trate los u$s500 millones que estaban pendientes. Respecto de la presidencia del BID, la posición argentina es aprovechar la reciente destitución de Maurico Claver Carone para que la región del Cono sur y México recuperen la histórica conducción de la entidad.
Respecto del Club de París, Massa señaló en Washington que “el acuerdo está casi cerrado”, y a fin de mes viajará para reformular las nuevas condiciones para la deuda de unos US$ 2.400 millones, que pagan una tasa de interés del 9% anual y que Argentina aspira a bajar, además de reducir los plazos.