
En Los Ángeles, donde participa de la IX Cumbre de las Américas, pese al deshielo iniciado en el acto de reencuentro que compartieron por el centenario de YPF y a los gestos que le siguieron a ese encuentro, como la entrega de uno de sus funcionarios preferidos y la adopción de lenguaje K en algunas de sus últimas presentaciones, el presidente Alberto Fernández redujo a una “relación institucional” su vínculo con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. “Hablamos cuando hace falta”, abundó.
Errante, Fernández descartó, con todo, que la salida del gabinete de Matías Kulfas en medio de un escándalo enturbie la relación con su mentora, con quien estuvo tres meses sin siquiera hablar. En esa linea, reiteró el doble mensaje acerca del extitular de la cartera de Desarrollo Productivo. “Fue un gran ministro que cometió un error que no soporto, que es hablar en off mal de otro“, explicó.
También negó que el proyecto de ley para gravar la renta inesperada de las empresas fuera un intento de acercarse al kirchnerismo para cerrar la interna del Frente de Todos (FdT). “Era una decisión que ya había tomado. Está en sintonía con lo que está pasando en otras partes del mundo”, detalló.
También podés leer Alberto, Cristina y el síndrome de la pareja rota
Consultado sobre el estado de la relación con CFK, fue lacónico: el vínculo es “institucional”, caracterizó y completó: “Yo soy el presidente y ella, la vice… hablamos cuando hace falta”.
La definición da cuenta de toda el agua que corrió bajo el puente del Frente de Todos en dos años y medio de estadía en el poder. El 19 de diciembre de 2020, inmediatamente después de que la vicepresidenta señalara a “los funcionarios que no funcionan” en un acto realizado en La Plata, el Presdente todavía se consideraba amigo de CFK. “Nada va a quebrar mi amistad con Cristina”, advertía en aquel tiempo.