El poder, la lujuria, la violencia, el sexo desenfrenado, la desconfianza, la traición, la infidelidad, la falta de piedad.

El poder, la lujuria, la violencia, el sexo desenfrenado, la desconfianza, la traición, la infidelidad, la falta de piedad. La espectacularidad: todo eso y más estaba en los genes de Game of Thrones, y todo eso y más está en House of the Dragon (La casa del dragón), la precuela en la que HBO no ahorró un dólar, un euro, una libra en el presupuesto.

House of Dragon

El miedo no era algo que revolviera el estómago ni le erizara la piel a los integrantes de las distintas familias, casas, clanes o reinos de Game of Thrones. El temor es algo más terrenal y que se puede sentir de este lado de la pantalla, si una historia escindida u originada de una serie que nos atrajo y sedujo, y nos hacía esperar el próximo episodio en medio de debates e intriga, está por comenzar.

Lo que debes saber!

¿Lo van a arruinar todo?

Esa es (era) la pregunta para los fans y varios entendidos que tienen a Game of Thrones en el podio de las mejores series de la historia de la televisión. House of the Dragon sigue el mismo estilo de su antecesora. Es más de lo mismo, sí, pero precisamente por eso es que está muy buena.

La cortina musical que acompañaba a los títulos nos eriza la piel a nosotros, aunque ahora tenga variaciones.

¿Es que nada resiste dos siglos?

Ese es el lapso que media entre Game of Thrones y, si no el arranque, lo que transcurre a los pocos minutos del primer episodio de House of the Dragon, que es una precuela y sucede entonces en el pasado.

Son 172 años antes de la muerte del Rey loco, Aerys, y el nacimiento de su hija, la princesa Daenerys Targaryen -sí, la Madre de Dragones que encarnó Emilia Clarke-. Quien reina y veremos hasta qué punto gobierna es Viserys I (Paddy Considine), que busca un heredero al trono y confía en que será quien está en el vientre de su esposa.

Necesita, y cree que es un varón (“Nunca estuve más seguro de nada”, le dice a su amada esposa, mucho antes de que comience el trabajo de parto).

Una diferencia con “Game of Thrones”: no se salta de una familia a otra de los Siete Reinos, el eje son los Targaryen. Al menos, por ahora….

Las cosas que un Targaryen es capaz de decir, y luego hacer.

Anteriormente, su hija, la princesa Rhaenyra, que “apesta a dragón”, había ido al salón donde está el Trono de Hierro, y se encontró con Daemon Targeryan (Matt Smith, Felipe en The Crown), su tío y hermano del rey.

Y antes de que alguien siquiera piense en Hamlet -o para los millennials, El Rey León- sabemos que la disputa por ese Trono estará allí, entre miembros de una misma familia, de una misma sangre.

Y vaya que correrá sangre en House of the Dragon.

Sentarse en el Trono. Lo que todos aspiran y Daemon, más que nadie.

La nueva serie consta de diez episodios y aquí no vamos a spoilear nada. Sólo sepan que habrá saltos temporales, y la princesa no será siempre tan joven, y de ser interpretada por Milly Alcock pasará a serlo por Emma D’Arcy. Quizá sea un guiño en el casting que hayan elegido a D’Arcy, que es una persona no binaria, pero veremos cómo juega en el hecho de que Rhaenyra, de haber sido hombre, hubiera tenido un andar más tranquilo en su disputa por el trono.

Hay dragones (¿no parecen más “reales” que los que montaba Daenerys?), drones entre las nubes. Todo es de nuevo majestuoso, de proporciones enormes.

La serie que arranca este domingo terminará el domingo 23 de octubre: son 10 episodios, y se estrena uno por semana.

Y las actuaciones corren en paralelo. Un elenco de notables intérpretes en su mayoría británicos, sen ingleses, galeses o escoceses, están para decir lo que hay que decir, o mejor convendría callar, para averiguar qué hace o dice el temerario Daemon. Para armar la rosca.

Son, además de los ya mencionados, Steve Toussaint, Fabien Frankel, Rhys Ifans, Olivia Cook, Eve Best, Bill Patterson y siguen las firmas.

El galés Rhys Ifans es Otto Hightower, la Mano del rey, que ve en Daemon una amenaza constante.

Las intrigas, las conversaciones en voz baja, los consejos y las traiciones a las que nos acostumbraba la primera adaptación de la obra de George R.R. Martin siguen, no es que vayan a cambiar. El estilo se mantiene.

Lo que ha cambiado es, al menos en el comienzo, el tono. Y en 2022, con la batalla en el streaming a full, es extraño: House of the Dragon no empieza con el pie en el acelerador, a pura violencia, ritmo y batalla. Es más la presentación de los personajes. Como si se sobreentendiera que su público, el fan de este lado de LCD, la tablet o el celular no tiene el apuro de la Generación Z, del querer todo rápido y ahora.

¿Cuántos de los personajes del primer episodio llegarán con vida al décimo y último?

Y no es que no haya atrocidades, descuartizamientos, sexo y violencia. El primer episodio plantea y desarrolla situaciones para las que hay que tener el estómago duro.

Sensibles, abstenerse.

HOUSE OF DRAGON

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