El largo -en la era de la comunicación instantánea- silencio de su espacio, tercera pata societaria de la coalición oficialista, resultó atronador durante el tiempo en el que estuvo cubierto por el misterio y el secretismo: ninguna pista salía del entorno del superministro sobre la postura que adoptaría el funcionario, en tanto que la tropa massista no se plegaba al operativo repudio.

A las 17.05, cuando el fiscal Diego Luciani seguía con su acusación en la causa Vialidad contra Cristina Fernández de Kirchner a la espera de ponerle el número 12 a su pedido de prisión, sonó una alerta de Sergio Massa: el flamante ministro de Economía había escrito en Twitter. A esa hora, Letra P ya había anticipado que Alberto Fernández estaba esperando al final de la jornada judicial para sumarse al operativo oficial de respaldo a la vicepresidenta. “Anunciamos la promulgación de la Ley de Incentivo a la Construcción Federal Argentina y Acceso a la Vivienda que genera un alivio fiscal en el sector”, fue el mensaje del tigrense, en una sintonía distinta a la del resto del Frente de Todos. El hombre fuerte del Gobierno estiró una hora y 23 minutos más un silencio rodeado de hermetismo hasta que, finalmente, metió los pies en un barro del que se había mantenido lejos: a las 18.28, posteó el comunicado que había emitido la Presidencia y calificó de “absurdo” y de “peligroso antecedente” el pedido de condena formulada contra la vicepresidenta.

Desde sus albores, el Frente Renovador tomó la lucha contra la corrupción como una de sus banderas, una de tantas para diferenciarse simbólicamente del Frente para la Victoria, del que Massa había saltado. En 2016, cuando el exfuncionario José López fue detenido con unos bolsos con dinero en un convento, el tigrense llamó a “poner en marcha un Nunca Más de la corrupción” y pidió a la Justicia que “actúe con la libertad y la tranquilidad de saber que tiene el respaldo de todas las fuerzas políticas para llegar a la verdad y hacer caer todo el peso de la ley”.

El largo -en la era de la comunicación instantánea- silencio de su espacio, tercera pata societaria de la coalición oficialista, resultó atronador durante el tiempo en el que estuvo cubierto por el misterio y el secretismo: ninguna pista salía del entorno del superministro sobre la postura que adoptaría el funcionario, en tanto que la tropa massista no se plegaba al operativo repudio.

El pedido de prisión contra Cristina Kirchner se conoció, además, un día después de que Massa sumara a su equipo, como viceministro, a Gabriel Rubinstein, un nombramiento demorado por cuestiones personales, como argumento público, pero que en privado sufrió un veto inicial precisamente por algunos de sus viejos tuits contra la expresidenta. El más viralizado: una foto de ella con una pala y la leyenda “Sólo consultando el saldo”. Con su confirmación llegó su pedido de disculpas: “Quiero destacar además la amplitud del gobierno de incorporarme al equipo a pesar de comentarios agraviantes de mi parte en redes sociales que no correspondía efectuar”.

No sólo Massa había evitado, hasta las 18.28, plegarse al operativo de apoyo a CFK en redes sociales. Ningún funcionario o funcionaria del Frente Renovador había opinado al respecto mientras crecía la gesta K del #TodosConCristina. Para muestra, un botón: entre las 158 firmas municipales de Santiago de Estero que firmaron el comunicado de intendentes e intendentas en respaldo, faltó la del massista Roger Nediani, de La Banda.

Más grupal fue el acompañamiento implícito de las bancas renovadoras, con un texto del bloque oficialista de la Cámara baja difundido el domingo: “Diputadas y diputados nacionales del Frente de Todos expresamos nuestra solidaridad y acompañamiento a Cristina Kirchner. Repudiamos todo intento de persecución política – judicial contra ella y otros compañeros y compañeras”. No había firmas, pero la massista Cecilia Moreau, que reemplazó al tigrense en la presidencia del cuerpo, compartió el comunicado. Como excepción a la regla, al menos al cierre de esta nota, terminado el alegato de Luciani, la diputada acusó: “Intentan proscribir un proyecto nacional y popular. Espero que mañana este tribunal imparcial no intente además, proscribirle la palabra”.

El ministro de Transporte, Alexis Guerrera, retuiteó el comunicado oficial publicado por Fernández. Antes del mensaje presidencial, hubo cierta coordinación en la Casa Rosada para preparar el terreno ante la acusación. Varios ministros ya habían escrito mensajes particulares. “La Argentina se merece una Justicia independiente. Es imperioso para nuestro sistema democrático no dejar pasar esta persecución política”, pidió Gabriel Katopodis (Obras Públicas). “La falta de pruebas muestra que existe una persecución política en marcha”, escribió, por su parte, Juan Zabaleta (Desarrollo Social). También hubo apoyo desde la mesa chica albertista, como la del canciller Santiago Cafiero: “Quieren proscribir a Cristina Kirchner, la extrema derecha en América Latina es antidemocrática”.

El silencio massista dejaba más dudas que certezas. Su sintonía con la vicepresidenta en el último tiempo fue total: consiguió incluso la foto que Cristina Kirchner le negó a la efímera ministra Silvina Batakis. Fue ella, además, la llave que terminó girando el mecanismo para conseguir su desembarco al Ejecutivo, demorado por Fernández tras la renuncia de Martín Guzmán. De todos modos, en despachos oficiales anticipaban que no podría mantenerse al margen por mucho tiempo: “En algún momento va a tener que opinar”. En el Palacio de Hacienda preferían no responder a las consultas de Letra P.

En las bases massistas negaban que hubiera partido de arriba una orden para no sumarse al operativo respaldo y dejaban abierta la puerta a la espera de un mensaje del propio Massa que oficiara como bajada de línea a su tropa. Llegó a las 18.28, después de un largo y sonoro silencio. Sin embargo, al cierre de esta nota, pasadas a las 20, la cuenta oficial del Frente Renovador no había retuiteado a su líder. Malena Galmarini, segunda figura política del partido, no se había pronunciado. Tampoco el viceministro Rubinstein. Tampoco el secretario de Comercio, Matías Tombolini. Se había pronunciado, pasadas las 19, el ministro de Transporte, Alexis Guerrera, y llegaban algunos retuits, como el del secretario de Producción, José Ignacio de Mendiguren, y el de la secretaria de Energía, Flavia Royón.

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