
Hay que ver cómo cunde el desánimo en las filas del Gobierno. Cuando el plan Magia Pura, de Massita, se desplegaba en el escenario, el estrepitoso fracaso en el figuritasgate supuso un durísimo golpe a la autoestima. “La oposición va a hacer campaña con los álbumes incompletos”, dramatizó un asesor del Presidente (no es broma: tiene asesores). En realidad, los chicos no votan y los padres están felices de ahorrarse unos mangos. El problema es otro. Si teólogos y juristas coinciden en que “quien puede lo más, puede lo menos”, la desazón lleva al Frente de Todes a invertir dramáticamente los términos de la premisa: “El que nace para pito nunca llega a corneta”. Yo los intento convencer de que no son malos, sino que están tristes. ¡Actitud, muchachos, actitud! No hay caso. Me contestan que eso es lo que les falta: aptitud.
Desdichada Cris, en un expediente tiene que explicar cómo se hizo de tantos inmuebles, y en otro, cómo trasladó los muebles. Pero ella sigue centrada en los verdaderos problemas del país. La secuencia fue así. El Indec informa que creció a 2,6 millones el número de indigentes, es decir, personas que no tienen lo necesario para vivir; inmediatamente, la vice publica un tuit en el que le reclama a Massita que se ponga firme con las empresas de alimentos que suben los precios; Massita la llama y le dice que habiendo entre ellos un chat abierto no entiende por qué lo manda en cana en Twitter; Cris le pide que se dirija a ella por chat y no con una llamada; Polvorita Rubinstein contesta al reclamo de Cris con un tuit en el que la vuelve a considerar una ignorante en materia económica; Massita reta a Polvorita; Polvorita se disculpa con él, pero no con ella; Massita apura un bono para los indigentes. Funcionarios que funcionan, por fin.
La última noticia de la semana trágica es que los salarios volvieron a perder frente a la inflación. Massita le escribe a Cristina: “No te preocupes, ya estamos en eso”. Y, enseguida, a Kristalina: “Good news!”.