La estabilidad del mercado cambiario refleja un mayor flujo de divisas que ingresan al mercado local. Pero además empezaron las visitas de inversores que empezaron a poner el ojo en las elecciones del 2023

En realidad,los brokers locales reconocen que empiezan a recibir más preguntas desde el exterior por parte de bancos que quieren un poco más de información sobre el mercado argentino. No se trata de un aluvión de consultas, pero sí se nota un cambio de tendencia. De una indiferencia total desde que Alberto Fernández ganó las PASO en agosto 2019 y significó el regreso del kirchnerismo al poder a cierta curiosidad para entender cuáles son las perspectivas a futuro.

¿Cuál es la lógica detrás de este tímido cambio de percepción que empieza a notarse en relación a la situación de la Argentina? Hay varios factores que confluyen, entre los que sobresalen los siguientes:

Diferenciación positiva entre emergentes: la invasión de Rusia y Ucrania destruyó la cotización de las acciones y particularmente de los bonos de ambos países por motivos obvios. Pero también sufrieron por ejemplo las acciones chinas. Las pérdidas para los inversores resultaron enormes y eso mejoró la perspectiva que los fondos tienen sobre América latina. Además, el agregado positivo es que la región es rica en producción de alimentos y de energía. Argentina tiene en este caso un diferencial muy positivo, aún cuando el balance energético complicará la ecuación fiscal en el próximo invierno. La comprobación de un flujo creciente que empezó a mirar la región es la revalorización de la moneda brasileña superior al 15%. El dólar había tocado los 5,75 a fines del año pasado pero empezó a caer hasta casi 5 reales. El mercado local siguió de cerca este movimiento y el dólar “contado con liquidación” que había rozado los $ 230 a fines de enero cerró el viernes a $ 195. Además, los bonos argentinos recuperaron luego del impacto inicial que sufrieron por la guerra. Y las acciones sorpresivamente fueron un buen refugio en este mes de altísima volatilidad para los mercados internacionales.


El acuerdo con el FMI bajó los niveles de incertidumbre:
Hasta fines de enero muchos inversores temían el peor escenario, es decir que el Gobierno decida patear el tablero con el Fondo y no llegar a un acuerdo. Pero aún con la resistencia del kirchnerismo duro se tomó el camino contrario. Aunque los mercados consideran que hay una alta probabilidad de que no se cumplan con las metas fiscales y monetarias comprometidas, alcanzó para tranquilizar el frente cambiario, reduciendo las chances de una devaluación brusca. También ayudó a disminuír la brecha entre el dólar oficial y el financiero. En el corto plazo habrá un importante alivio ya que el desembolso inicial del nuevo acuerdo será de USD 9.800 millones.

Se empieza a “olfatear” un cambio del ciclo político: aunque el camino es largo, ya se empieza a mirar con más atención el escenario electoral para el 2023. Y aunque en Argentina puede pasar cualquier cosa, a nadie le pasa de largo el fuerte desgaste del Gobierno, la debilidad del Presidente y el hecho que el kirchnerismo duro haya quedado votando casi en soledad contra el acuerdo del Fondo. También resultó un dato contundente que los gobernadores se hayan plantado masivamente con una postura totalmente opuesta a la de Cristina Kirchner. Todo esto apunta a un escenario de alternancia, en el que probablemente el kirchnerismo termine siendo una fuerza minoritaria que buscaría refugiarse en la provincia de Buenos Aires. ¿Podrá la vicepresidenta sacar otro “conejo de la galera” como lo hizo al proponer a Alberto Fernández como candidato a Presidente en 2019? Nadie lo descarta pero hoy aparece como una posibilidad más bien remota. La posibilidad de que la oposición vuelva al poder o que un peronismo mucho más moderado encabezado por gobernadores de centro conforme una apuesta electoral es algo atractivo para los inversores.

Los precios de los activos argentinos siguen a precios de remate: la mayoría de las acciones aún está a una fracción de lo que valían luego del derrumbe histórico sufrido tras las PASO de agosto de 2019, con algunas excepciones como el caso de Pampa Energía. Los bonos siguen apenas por encima de los USD 30 en promedio y ya incorporan el escenario de una dura reestructuración, incluyendo fuerte quita de capital y alargamiento de plazos. Pero si la Argentina consigue una baja del riesgo país aún sin volver a los mercados internacionales, ése escenario catástrofe se disipa. Una mejora del escenario a futuro podría hacer volar a los bonos argentinos. Por lo pronto, tanto la deuda corporativa como los bonos provinciales en dólares tienen precios mucho mejores que los títulos públicos. Hay otro factor que podría mejorar el atractivo de los bonos en el corto plazo, ya que en julio empiezan a pagar un cupón más alto. Esto hará que muchos inversores empiecen a posicionarse porque los pagos semestrales en dólares pegan un salto significativo.

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